miércoles, 29 de enero de 2014

Industria alimenticia vaticina pérdidas por más de 7 mil mdp

De acuerdo al organismo, las ocho mil 300 empresas que conforman el sector en Jalisco generan alrededor de 50 mil millones de pesos anuales.

Milenio

Guadalajara.- La Cámara de la Industria Alimenticia de Jalisco (CIAJ) reporta afectaciones en el 60 por ciento de sus agremiados con pérdidas que podrían rebasar los siete mil millones de pesos al cierre de 2014.

De acuerdo a Ernesto Gutiérrez, director de la CIAJ, las ocho mil 300 empresas que conforman el sector en Jalisco generan alrededor de 50 mil mdp anuales, de los cuales se estiman pérdidas por hasta 618 mdp mensuales en promedio.

“No quiere decir que estas empresas van a dejar de vender por completo, sino que durante enero bajaron el 15 por ciento de sus ventas, lo cual, de continuar esta tendencia, sumarían siete mil 400 mdp de pérdidas anuales y 618 millones de pesos mensuales que dejarían de percibir”, explicó que del padrón total, alrededor de cuatro mil 980 empresas reportan pérdidas por bajas ventas, lo cual refleja un estimado de afectación por socio de 124 mil pesos mensuales en promedio.

Aunque de acuerdo a Ernesto Gutiérrez, esta no es la única amenaza para el sector, también está el riesgo latente de que empresarios emergentes se inclinen por operar en competencia desleal con los establecidos.

“El riesgo es que las nuevas empresas se vayan a la informalidad. De acuerdo al Sistema Estatal de Información Jalisco (Seijal), anualmente en Jalisco se crean 200 empresas nuevas en la industria alimenticia, aunque el 60 por ciento de éstas son las que se dedican más a confiterías, botanas, postres, helados, bebidas azucaradas y a la panificación, un sector golpeado por los nuevos impuestos, y de las cuales el miedo es que más del 50 por ciento se vayan a la informalidad”, advirtió que el riesgo de que las establecidas dejen de operar es sólo de un dos por ciento.

Por su parte, Felipe Gómez García, presidente de la CIAJ, dijo que los incrementos en los productos –hecho que afecta el volumen de ventas en el sector–, se deriva de la reforma fiscal, pero además de otros incrementos en el costo de la materia prima, los energéticos y el tipo de cambio, ya que muchos insumos son de importación.

“La reforma fiscal ha sido, además, un incentivo a la informalidad y son varias las personas que han reportado un decremento en sus ventas. Hemos tenido reportes de bajas ventas de un 15 por ciento y otros hasta de 50 por ciento”.

Para el representante de la industria alimenticia son muchos los jugadores que provocan un efecto dominó, desde el fabricante que tiene que pagar el ocho por ciento de impuesto o el peso por litro, hasta los intermediarios que marginan sobre un precio ya inflado, y luego el comercializador, cuyo margen de ganancia bajará en la venta directa.

“Es una escalada geométrica, no es solamente el ocho por ciento al consumidor final y ya, sino que es el ocho por ciento al inicio de la cadena productiva, y de ahí en más, los márgenes de la cadena de comercialización van reportando incrementos adicionales”.

En este círculo vicioso de alza de precios, la conclusión para el funcionario es que la entrada en vigor de este impuesto ha desincentivado mucho el consumo de la población y la producción de estos industriales, sobre todo los de la panificación y confitería que han reportado disminución en sus ventas de 15 por ciento; además de la desinformación sobre el manejo administrativo de estos impuestos.

“Porque no hay claridad, no hemos logrado transmitir a las empresas cómo manejarlo y eso ha sido un problema que ha incentivado la informalidad”, dijo que la principal confusión que tienen es si el impuesto se traslada o forma parte del costo, es decir, “si el producto originalmente costaba 100 pesos, para yo facturarlo a mi cliente ¿cómo lo facturo?, ¿en 108 pesos o en 100 pesos más el impuesto especial del ocho por ciento?, el importe de la factura es el mismo pero la manera administrativa de manejarlo es distinta”, explicó.

“Como cámara seguimos convencidos de que la obesidad es un problema de salud pública que debe ser atacado, pero con apuesta e inversión a programas de capacitación sobre cómo alimentarnos sanamente (…) no es encareciendo productos del consumo popular la forma en que esa idea se va a lograr afianzar en nuestra cultura”.

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